Ni los países musulmanes se libran: la caída de la fertilidad es global y no hay tasa de reemplazo ni en países como Irán, Turquía o Túnez

Ni los países musulmanes se libran: la caída de la fertilidad es global y no hay tasa de reemplazo ni en países como Irán, Turquía o Túnez
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Durante décadas, los debates sobre crecimiento poblacional giraron en torno al miedo a la sobrepoblación: el crecimiento de países como la India, China o el continente africano generaba alarma en organismos internacionales.

Hoy, el escenario ha cambiado por completo: el verdadero fenómeno global es la caída sostenida de la fertilidad. Un contexto que no se limita a Europa, Japón o Corea del Sur, sino que alcanza desde los países con mayoría musulmana —como Irán, Turquía o Túnez— a toda América Latina e incluso al África subsahariana.

Una caída silenciosa, pero imparable

En 1965, la tasa global de fertilidad en el mundo (TFR, por sus siglas en inglés) oscilaba alrededor de los 5 hijos por mujer. Actualmente está en torno a 2,3 (según la ONU), muy cerca del umbral de reemplazo generacional, situado en 2,1 hijos por mujer.

De hecho, algunos modelos —como los del IHME o las últimas estimaciones del Banco Mundial y la OCDE— ya sitúan la tasa global por debajo de ese nivel, e incluso del mínimo para el relevo generacional (2,1).

Esta media mundial, además, está muy condicionada por los datos del África subsahariana, la única región que aún mantiene tasas altas de nacimientos. En el resto del mundo, la caída ha sido abrupta y generalizada. Más de la mitad de los países del planeta —al menos el 51 %— ya están por debajo del umbral de reemplazo. Y si se cumplen las proyecciones, solo seis países lo superarán en 2100. Entre ellos, Níger, Chad y Somalia.

Países musulmanes por debajo del 2,1

Uno de los giros más llamativos es que el descenso de la natalidad ha llegado también a países donde, por tradición o religión, se preveía una mayor resistencia al cambio. Es el caso de Irán, cuya tasa de fertilidad se ha desplomado desde los 6,6 hijos por mujer en 1982 hasta apenas 1,45 en 2024. En grandes ciudades como Teherán, la cifra puede caer aún más: algunos modelos la sitúan ya cerca del 1,2.

Previsiones Tfr
Previsiones de la tasa de fertilidad (TFR) entre 1950 y 2100. Fuente: More Births

Este mismo patrón se repite en otros países de mayoría musulmana: en Turquía, la TFR se sitúa en torno al 1,5. En Túnez, desciende hasta el 1,8, con una tendencia estable a la baja. Las políticas natalistas impulsadas en algunos de estos países no están logrando frenar el fenómeno.

África subsahariana, a la cabeza

Hoy por hoy, la única región con tasas de fertilidad significativamente superiores al nivel de reemplazo es el África subsahariana, con medias que oscilan entre los 4,3 y 4,6 hijos por mujer. No obstante, incluso en estas latitudes, la caída sigue siendo constante frente a décadas pasadas.

En los últimos veinte años, las tasas han descendido en casi todos los países africanos, y los organismos internacionales proyectan un descenso sostenido en las próximas décadas. La mejora en la educación, el acceso a anticonceptivos y los cambios culturales están acelerando esta transición.

América Latina, a su vez, ha sufrido un descenso intenso en las tasas de natalidad hasta cifras que, hace pocas décadas, podían parecer ciencia ficción. En países como Chile, ya se sitúa alrededor de 1,15 hijos/mujer, mientras que Uruguay ha descendido a la mitad en menos de una década (de 2,0 a 1,27). Puerto Rico (0,89), a su vez, se encuentra casi al nivel de Corea del Sur, el país del mundo con la menor tasa de natalidad.

Perspectivas futuras

Sabemos que la reducción global de la natalidad tendrá consecuencias profundas en el plano social, económico y político. La población envejece a gran velocidad, mientras se reduce la base laboral sobre la que se sustentan los sistemas de pensiones, salud o dependencia. Además, la caída de la fecundidad afectará al modelo económico, al consumo, a la vivienda y a la organización de las ciudades.

Los modelos migratorios occidentales, que se mantienen gracias a una gran fuerza de trabajo joven que migra hacia países de Europa y el Norte global, no podrán sostener esta tendencia, debido a la imposibilidad de nacimientos globales. Una estrategia (la inmigración masiva) que había invisibilizado, en cierto modo, el envejecimiento poblacional en gran parte de Europa Occidental.

Por último, si bien algunos gobiernos han comenzado a lanzar campañas de incentivo a la natalidad, lo cierto es que, una vez completada la transición demográfica, ningún país ha logrado revertirla de forma sostenida. El cambio parece estructural. Y si las proyecciones se cumplen, el siglo XXI no será el de la superpoblación, sino el de una larga desaceleración demográfica global.

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